Martin Palermo

Es uno de los ídolos de la historia del club, además de ser su máximo goleador, con 236 tantos logrados en competencias oficiales, locales e internacionales. Cuando se retiró como futbolista profesional, el club Xeneize le regaló un arco para homenajearlo. A principios de 2013 se encontraba ubicado en el 137º de la tabla de máximos goleadores de la historia de las ligas mundiales de Primera División (sin contar las copas locales e internacionales o amistosos). Entre los argentinos está en el 13º lugar.

Palermo ha llamado también la atención por haber protagonizado situaciones deportivas de características extraordinarias, y también por haber mostrado una gran voluntad de recuperación ante circunstancias adversas, tanto deportivas como personales.


Primer paso por Boca Juniors (1997-2000)

A mediados de 1997, Diego Armando Maradona impulsó a los dirigentes de Boca Juniors a adquirir, junto al pase de Martín Palermo, el de los mellizos Guillermo y Gustavo Barros Schelotto, sus enemigos desde la infancia, que así coincidieron en el mismo equipo.​ Martín y Guillermo, incluso, debieron compartir la misma habitación, y ambos cuentan la incomodidad que sentían en esos primeros momentos. Paradójica mente, Martín y los mellizos se volverían muy buenos amigos personales, a la vez que la dupla que aquel formó con Guillermo en Boca, ha sido considerada como una de las más efectivas de la historia del fútbol argentino.

La transferencia se hizo por un valor de 3 570 000 dólares, de los cuales a Boca le correspondió el 51,68% en tanto que el 48,32% restante fue propiedad del Fondo de Inversión Boca Juniors. Estudiantes por su parte mantuvo un derecho a percibir, en la siguiente transferencia, el 50% del excedente superior a 4 millones de dólares.

Palermo integró como titular un equipo con grandes jugadores, como el propio Maradona, Claudio Caniggia, Walter Samuel, Guillermo y Gustavo Barros Schelotto, Juan Román Riquelme, los colombianos Jorge Bermúdez y Óscar Córdoba y el peruano Nolberto Solano, pero que tenía serios problemas de disciplina y que no ganaba ninguna copa desde 1993.

El 3 de septiembre de 1997 debutó oficialmente en la victoria por 1-0 ante el Cruzeiro de Brasil por la Supercopa Sudamericana, cumpliendo una buena actuación a pesar de no conseguir marcar un gol.​ Sin embargo, sus primeras actuaciones no fueron convincentes, a la vez que la hinchada lo rechazaba y se burlaba de la torpeza de sus movimientos.

Su primer gol en Boca tardó 452 minutos en llegar, convirtiéndolo finalmente el 30 de septiembre contra Independiente (2-1) por el Torneo Apertura 1997. Pero el gol clave fue el que le hizo el 25 de octubre a River Plate, siendo su primer gol en el Superclásico del fútbol argentino, dándole la victoria a su equipo por 2-1, luego de ir perdiendo. Ese día comenzó el romance con el hincha.



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